La tensión arterial es la presión que ejerce la sangre contra la pared de las arterias. Esta presión es imprescindible para que circule la sangre por los vasos sanguíneos y aporte el oxígeno y los nutrientes a todos los órganos del cuerpo para que puedan funcionar.
La medición de la tensión arterial se ha llevado a cabo mediante la utilización conjunta de un fonendoscopio y un esfigmomanómetro. Hoy en día se utilizan fundamentalmente tensiómetros automáticos.
La tensión arterial se mide normalmente en milímetros de mercurio.
En una toma de tensión arterial habitual, los valores considerados normales en un adulto están por debajo de 140 mmHg de sistólica y 90 mmHg de diastólica.
Cuando se escriben estas cifras se pone la tensión sistólica (máxima o alta) separada de la diastólica (mínima o baja) por un guión o una barra inclinada: 140-90 o 140/90 mmHg.
Usualmente, se expresan los valores de tensión arterial en centímetros de mercurio (en lugar de milímetros de mercurio), es decir, en cifras 10 veces por debajo de lo habitual.
Debido a este motivo es frecuente oírle decir a médicos o pacientes que la tensión arterial de un sujeto normal es de 14-9 o 14/9.
Actualmente, diversos comités científicos aconsejan “el pascal” como unidad de medida de la tensión arterial. Quizás esta elección tenga algo que ver con la impulsación por argumentos ecologistas, que tiende a sustituir los clásicos esfigmomanómetros de mercurio por otros aparatos que no utilicen mercurio, considerado peligroso.
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